El pH de las piscinas es un factor fundamental para mantener el agua en condiciones óptimas y asegurar la seguridad y comodidad de los bañistas.
Para ajustar y mantener el pH en un rango adecuado, utilizamos productos químicos, como el cloro y el ácido muriático.
El cloro se utiliza para desinfectar el agua y eliminar las bacterias y otros microorganismos.
El ácido muriático lo utilizamos para disminuir el pH en caso de que el cloro esté demasiado alto.
El pH es una medida, una medida de alcalinidad o acidez de una solución, es decir, un líquido.
Las siglas “pH” significan potencial de hidrógeno.
El valor del pH en el agua de una piscina debe estar comprendido entre 7,2 y 7,6.
Ello conseguirá que el agua esté libre de bacterias y a su vez, evitaremos los “ojos rojos” por un exceso de cloro.
El pH es una medida que indica la acidez o alcalinidad del agua, y se mide en una escala que va de 0 a 14. Un pH de 7 se considera neutro, mientras que valores por debajo de 7 indican acidez y valores por encima de 7 indican alcalinidad.
Un pH alto puede hacer que el agua se vuelva turbia y propiciar el crecimiento de algas y bacterias
En el caso de las piscinas, se busca mantener un pH ligeramente alcalino, en un rango entre 7.2 y 7.6. Esto se debe a que un pH fuera de este rango puede generar problemas tanto para los bañistas como para la infraestructura de la piscina.